Entrevista a Analía Bortz

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«Admiro lo que la Universidad Hebraica está haciendo. Lo digo de todo corazón. No llevo mucho tiempo aquí, llegué hace una hora y ya estuve viendo todos los carteles. Es esa sed intelectual, cultural, emocional del aprendizaje, del aprendizaje por sí mismo», Rabina Analía Bortz.

Previo a su conferencia, la Rabina Analía Bortz nos concedió una entrevista. Veamos, de primera persona, quién es, cuáles son sus proyectos, qué piensa de nuestra Universidad. Para nosotros es un privilegio recibir a la Rabina Analía Bortz, quien ha sabido, como nadie, conjuntar una carrera científica y espiritual. Ella es la prueba de que el rigor científico no está divorciado de la más profunda y auténtica fe.

UH: ¿Cómo se ha modificado el papel de la mujer en la ciencia y en la religión judía en los últimos años?

AB: La presencia de la mujer ha tomado un papel muchísimo más activo en los últimos años, pero eso también depende de un punto cultural, porque la cultura hace que, dependiendo del país en que se viva, uno puede tener la experiencia con y la exposición a la aceptación de la mujer en estos ámbitos. En el caso de los Estados Unidos, desde 1972 se han ordenado mujeres Rabinas, primero con el movimiento reformista; luego, en 1974, con el movimiento reconstruccionista, y después, en 1984, en el movimiento conservador, de mayor centralidad. En mi caso, yo fui la primer mujer latinoamericana ordenada Rabina. Fue en 1994, en Jerusalén. Por supuesto que fueron muchas más barreras y también fue pavimentar la autopista para el resto de las mujeres. En el caso de la ciencia, sobre todo en el área de la medicina, se ha integrado mucho más a la mujer, y no estoy volviendo a la época de Madame Curie: estamos viendo la integración de la mujer en la parte médica. Cuando yo me recibí de médico, el 50 por ciento de los alumnos eran mujeres, pero cuando mi mamá, de bendita memoria, lo hizo, en toda su clase eran sólo tres mujeres. Entonces, yo creo que de a poquito la mujer empezó a considerar el balance entre ser parte de lo que tenía que ser (sirviendo a la familia) y organizarse desde el punto de vista profesional. Pero adquirió la disciplina para poder hacer tanto la parte profesional como la parte familiar. Por eso la mujer Rabina y la mujer científica puede desempeñarse perfectamente bien, sin tabúes. En otros lugares, de a poquito, se va generando la posibilidad de romper las barreras culturales que impiden a la mujer.

UH: ¿Cómo se inserta el problema de la Bioética en nuestros días?

AB: El tema de la Bioética genera desafíos a diario, porque muchas veces la ciencia, que avanza mucho más rápido, puede fácilmente desligarse de aspectos religiosos y culturales que es necesario atender. La clonación, por ejemplo, ha sido más aceptada, como en Corea, Italia e Inglaterra, porque sus valores culturales son diferentes a los nuestros. La Bioética es desafiante, porque lo que 40 años atrás se percibía como “jugar a ser Dios” hoy se percibe como algo completamente natural. Es desafiante por la enorme cantidad de culturas y religiones; nada homogéneo, todo ecléctico. La parte más desafiante es la aculturalización de los países respecto a cómo la medicina y la ciencia crecen de manera acelerada y cómo cada una de las religiones y las culturas toman este avance. Entonces hay que ser muy cautelosos para no generar disturbios entre el avance científico y la religión.

UH: En este sentido, ¿es posible establecer un diálogo fructífero y efectivo entre la bioética y la fe judía?

AB: Absolutamente. La Bioética y la fe judía han ido de la mano desde tiempos inmemoriales. Tenemos el tema de la subrogación materna, del aborto, de generar una descendencia para mantener el apellido paterno ya desde el punto de vista bíblico. Eso indica que la bioética ha sido tremendamente importante y ha estado presente tanto en el Talmud como en la Biblia. Una de las cosas de que se habla en el Talmud, por ejemplo, es de un clon como parte del Minián. En la Torá y el Talmud, la importancia del ser humano como una creación divina es lo más importante. Por eso, salvar una vida es más importante que preservar el Shabbat, a pesar de que es un día tan importante, puesto que salvar una vida es como salvar al universo entero.

UH: En este sentido, entendemos que ha creado el proyecto Semillas de Esperanza. Háblenos de cómo nació.

AB: El proyecto Seeds of Hope me ha dado muchísimas satisfacciones. Nació con una mujer que había perdido un embarazo de forma espontánea con un feto cuya cabeza no se había desarrollado, era anencefálico. Esta mujer no pudo conseguir un lugar dentro de la comunidad judía para llevar a cabo su catarsis después de su pérdida. Lo hizo en una iglesia protestante. Un día vino a hablar conmigo y me preguntó qué podíamos hacer. Yo le dije que crearíamos un grupo sobre el tema de la fertilidad. Después escribí un libro sobre este tema, cuyo centro es la conexión entre el cuerpo y el alma, que están conectados enzimáticamente, como si estuvieran tejidos juntos. En esa conexión, la idea es ver que todo está correlacionado. Este grupo empezó en un pequeño salón en mi casa. Después fue creciendo y lo pasamos a una institución. Luego terminó siendo un grupo que hoy día es una fundación que hace más accesibles los tratamientos de fertilidad. Hoy puedo decir con mucho orgullo que más de 100 niños han nacido de Semillas de Esperanza. Es un grupo donde una mujer ha colaborado con la esperanza de tener un niño para otras mujeres. Si yo tuviera que elegir uno de mis más grandes logros, sin ninguna duda sería éste.

UH: ¿Cuál sería su mensaje para la comunidad de la Universidad Hebraica?

AB: Admiro lo que la Universidad Hebraica está haciendo. Lo digo de todo corazón. No llevo mucho tiempo aquí, llegué hace una hora y ya estuve viendo todos los carteles. Es esa sed intelectual, cultural, emocional del aprendizaje, del aprendizaje por sí mismo. Y poder ser embajadores de una maravillosa cultura, que es la cultura del pueblo judío desde el punto de vista del pensamiento judío, de nuestra conexión con Israel y con el resto del mundo. Realmente admiro a todos los que vienen a esta universidad, porque son embajadores. Me siento muy afortunada y privilegiada de estar acá.

Analía Bortz es la primera Rabina mujer en Latinoamérica, médico-doctora con postdoctorado en Bioética. Es la funadora de Semillas de Esperanza un grupo de mujeres que sufren de esterilidad e infertilidad. Es, además, Rabina miembro Senior del lnstituto Shalom Hartman en Jerusalem, Israel. La Rabina Analía fue premiada en 2011 como “Héroe Comunitario” y como la Mujer de Logros de Georgia YWCA en 2012. Inspirada por las palabras de Abrahm Joshua Heschel, la Rabina Analía describe su vocación como: “La medicina es religión en actos y la religión es medicina en plegarias”.

 

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