Víctimas del miedo

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Por: Mtro. Carlos Nava
Coordinador Académico y del Departamento de Bienestar y Psicoterapia

El pasado viernes 16 de febrero mientras algunos de nosotros nos disponíamos a salir de nuestros trabajos, o a pasear al perro, o simplemente a disfrutar del inicio del fin de semana, una vez más fuimos sorprendidos por la naturaleza, las alertas de las aplicaciones de los teléfonos y relojes inteligentes nos indicaban que un sismo catalogado como “fuerte” en un primer mensaje, “severo” en un segundo mensaje y “violento” en un tercer mensaje eran los anunciantes de  un sismo de 7.2 grados Richter con epicentro en Pinotepa Nacional, Oaxaca.

Segundos después de ese tercer mensaje de la aplicación que con su palabra “violento” hizo que el corazón se acelerará y que en lo personal dejara de avanzar por la calle de Paseo de la Reforma e inmediatamente tomara a mi perro “Frodo” entre mis brazos y le dijera: “tranquilo”, siendo que en realidad esa palabra iba más bien dirigida a mí mismo, mientras pensaba, Carlos, tranquilo, debes estar tranquilo por lo que se llegue a necesitar.  En segundos se disparó la alerta sísmica de los altavoces de esta avenida y de inmediato los carriles centrales de Reforma se llenaron de gente con rostros de temor, de desconcierto y algunos con miradas llenas de lágrimas, el piso comenzó su movimiento lento, a mi lado se encontraba una joven que de manera casi inmediata se paralizó y dejó caer sus cosas al suelo en cuanto escuchó esa voz que emanaba de los altavoces diciendo: “alerta sísmica, alerta sísmica”. No pude hacer nada más que tomarla de la mano ayudar a recoger sus cosas y llevarla hacia una zona donde sintiera un poco más segura. De manera inmediata le dije: “acaricia a mi perro, se llama Frodo” en mi cabeza comenzaba el debate que como psicoterapeuta tengo de manera cotidiana ante un paciente: “debes tranquilizarla, dile que no pasa nada que todo está bien”, sin embargo, no fui capaz de decirle eso porque sabía que: estaba pasando algo y uno de los principios psicoterapéuticos es nunca negar la realidad de nuestro paciente o cliente y el decirle eso, implicaba faltar a este importante principio. Después de este debate de segundos que se llevó a cabo en mi cabeza, comenzamos a platicar, me comentó que desde el pasado 19 de septiembre le da mucho miedo escuchar la alerta sísmica porque tuvo que desalojar su departamento para no volver a él, ya que sufrió daño estructural y se tuvo que mudar de manera atropellada e intempestiva. Mientras tanto y afortunadamente, el movimiento del piso iba cesando poco a poco y me dio la oportunidad de decirle “ya está pasando, respira profundo, inhala y exhala”, de pronto ella se vio cargando a mi perro y acariciándolo, eso ayudó a que se tranquilizarla, terminó dándome un abrazo y diciendo: “muchas gracias, que hermoso es tu perro”.

Mientras todo lo anterior sucedía, un segundo debate se venía desarrollando en mi cabeza. Al ver a la gente caminando deprisa por las calles, una serie de recuerdos del pasado 19 de septiembre surgieron en mi mente y de inmediato me recordaron el llamado del deber y del compromiso como profesionista de la salud mental que me decían: “no puedes quedarte en casa sin hacer nada, no debes quedarte en casa, tú puedes ayudar”. Todas las palabras que escuché de las personas que formábamos una brigada de atención en crisis que atendimos en diferentes albergues; recordar las imágenes de todos intentando ayudar, corriendo con cubetas o con piedras en las manos, todas las filas humanas que se formaron para ir acomodando todos los productos que la gente iba a donar a los albergues, las imágenes de los edificios que alguna vez observé erguidos ante mi, en ese momento disminuidos a escombros y el trabajo desesperado de voluntarios.

Constantemente me repetía en la cabeza: “no por favor, no puede estar pasando otra vez”, volví a sentir y experimentar ese nudo en la garganta que me provocó un fuerte dolor de tráquea que me duró más de quince días y que solo cesó en el momento en el que lloré de manera desesperada cuando mi mamá vino a la ciudad de visita, lloraba mientras le decía: “vi muchas cosas muy feas” y ella me consolaba diciendo “ayudaste y debes sentirte orgulloso de eso, yo estoy orgullosa de que hayas salido y ayudado a la gente”, al final eso era lo que necesitaba, sólo llorar y sacar toda la emocionalidad que tenía encapsulada en mi cerebro y en lo más profundo de mi pecho.

Descubrí que, si bien estamos muy avanzados en lo que respecta a atención en crisis, siempre es importante estar actualizado en técnicas que te ayuden a intervenir en crisis y apoyar a las personas que te rodean y lo más importante ayudarte a ti mismo.

Aprendí la importancia de la resiliencia y días después inicié mi propio proceso de convertir todas esas imágenes, sonidos, olores, sabores y experiencias en general, en parte de mi vida, en parte de mi proceso de crecimiento como persona y como psicólogo.

¿Soy resiliente?, no totalmente, soy una persona con mayor resiliencia que es diferente, soy una persona que constantemente buscará que las crisis se vuelvan oportunidades y que buscará definir las crisis y no que las crisis me definan como persona.

Soy un psicólogo que conoce la importancia de la preparación diaria en técnicas para ayudar a las personas a enfrentar crisis y así evitar que se presenten trastornos mayores como el llamado trastorno por estrés postraumático (TEPT).

Lo más importante, soy esa persona que es psicólogo y que es capaz de salir a la calle y brindar un poco o un mucho de su fortaleza para que la gente que necesita un poco de ella, alimente su espíritu y su alma, alimente con fortaleza su vida y entonces poder ser capaz de vislumbrar los diversos caminos que tiene de frente.

Soy ese psicólogo que siempre va a estar dispuesto a ayudar a quien lo necesite en el momento de una crisis, que comprometido con su profesión en una situación de emergencia va salir a generar cambios en la población a generar resiliencia y a generar bienestar.

¿Conoces o estás en contacto con personas que han vivido una crisis emocional y aún no pueden llevar una vida tranquila?

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