El dilema comunitario de la juventud judeo-mexicana: entre el mirreynato y la responsabilidad social

Por: Vivian Braverman, ganadora del primer lugar del concurso de ensayo «Juventud judía en México», del Colegio Hebreo Sefaradí.

I. Características identitarias de la juventud judeo-mexicana.

Actualmente, la juventud judeo-mexicana está experimentando un conjunto de problemáticas que merecen un análisis pormenorizado. Por esto, tomando en cuenta algunos factores, analizaré ciertas características que me parecen importantes por sus múltiples aportaciones a la conformación de nuestra identidad juvenil, tales como la familia, la escuela, el círculo de amistades, los bailes y las tnuot.

Según el artículo de la Pediatra y directora médica del Centro Médico San Ramón en Barcelona, Eddy Ives, basada en las ideas de Erik Erikson, dicha identidad está conformada por una serie de elementos que conformados por ciertos procesos y relaciones sociales: independencia de las figuras parentales, aceptación de la imagen corporal, integración en la sociedad a través del grupo y la consolidación del carácter.

Erikson habla sobre ocho etapas del desarrollo de una identidad, cinco de las cuales corresponden a la infancia y la adolescencia: es necesario transitar por cada una para pasar a la siguiente, las cuales son: 1) dimensión comunitaria, en la que el joven debe encontrar una relación con su comunidad. En el caso de la comunidad judía, los jóvenes debemos relacionarnos con nuestra comunidad ya sea a través de la familia, los amigos o la escuela; 2) dinámica del conflicto: el joven puede sentirse muy vulnerable en ciertos momentos y en otros con una alta perspectiva sobre sí mismo. En el ejemplo específico de la comunidad judeo-mexicana los jóvenes buscamos diversas formas para ayudar cuando alguien está vulnerable y lo necesita; hay diversas organizaciones que ofrecen ayuda psicológica, además intentamos ayudar hablando con nuestros amigos y proporcionándoles consejos.

La tercera etapa es conocida como “periodo evolutivo personal”, caracterizada por que cada individuo tiene su propio periodo de desarrollo biológico, psicológico y social, lo que podemos ver en la convivencia interna entre las generaciones de las escuelas y los grupos que se forman en en su interior. Dichos grupos y las personas con las que más tiempo estamos, conforman parte de nuestra identidad como individuos independientes. Asimismo, son fundamentales en nuestra identidad los modelos recibidos (cuarta etapa), primero de los modelos parentales y, más tarde, de los comunitarios. Aquí entran los ejemplos que nuestros padres, maestros o guías nos dan, los consejos a los que decidimos hacerles caso y aquellos que decidimos desobedecer. Los modelos comunitarios son aquellos con los que convivimos día a día dentro de la comunidad, que no necesariamente se refiere a modelos religiosos, sino a nuestra propia comunidad que nosotros mismos creamos con nuestros amigos y compañeros que forman parte de la comunidad y de quienes tomamos actitudes que serán repetidas a continuación.

Según Andrés Rada, neuropsicólogo y conferencista Internacional en Temas de Desarrollo del Potencial Humano, específicamente en Motivación, Excelencia, Éxito y Reprogramación Mental, “Somos el promedio de las 5 personas con las cuales más nos relacionamos en nuestras vidas”. Adoptamos actitudes tanto positivas como negativas. A estas cinco personas las podríamos denominar como nuestros “modelos comunitarios”.

Finalmente, es necesario considerar la etapa cinco, aspectos psico-históricos, es decir, nuestra particular historia como comunidad judía en México, que influye en los valores de nuestros abuelos y, por lo tanto, que nuestros padres nos han transmitido, tal como en el caso del proyecto Shorashim que casi todas las escuelas consignan a sus alumnos, ya sea en secundaria o preparatoria, lo que busca dar una idea clara y de largo alcance sobre el origen de nuestras familias.

Así, desde la perspectiva de Erikson, hay periodos en los que puede haber una falta de identidad a causa de tres obstáculos inherentes a nuestro ser, como miedo al cambio, ansiedad y temor a un abismo existencial refiriéndose en que hay cuestionamiento sobre nuestra existencia y hay dudas sobre cuál es nuestro rol en la vida. Estos periodos pueden afectar el comportamiento de los jóvenes y es cuando, aunque no lo parezca, buscamos el apoyo de nuestros amigos, la familia, la pareja o cualquier persona con la que tengamos una relación cercana.

Otro factor importante por mencionar es que dentro de la comunidad se le suele dar mucha importancia a la familia, ya que dentro de ella aprendemos valores como el respeto hacia las demás personas, (particularmente, hacia los adultos y nuestros compañeros). Asimismo, es en su interior que muchos aspectos identitarios (costumbres y tradiciones) se aprenden y practican, siendo una parte indispensable para el desarrollo de la socialización primaria, base elemental de cada individuo como persona.

Isabel Rovira Salvador, Psicóloga Sanitaria y Sexóloga, en su artículo de socialización primaria y secundaria, hace referencia a los nichos sociales más cercanos e íntimos de una persona, sobre todo a la infancia y la adolescencia temprana y media. Ambas son muy importantes debido a que se aprenden temas y habilidades académicas en la escuela, actitudes y valores influidos por la casa, hasta comportamientos dentro y fuera de nuestros grupos sociales. En esta forma no suele haber leyes ni reglas explícitas.

Para nuestra comunidad, dicha etapa secundaria es fundamental por otro valor indispensable, que es el servicio social, realizado por los jóvenes de la comunidad, donde más les gusta o prefieren. Desde la fundación Cadena, hasta los refugios, las colectas de dinero para ayudar a sus compañeros, o el juntar becas (para la escuela, hajshara[1], viajes a Israel, marcha de la vida, entre otros), diversas son las acciones que muestran la voluntad de ayudar por parte de la juventud judeo-mexicana.

En el mismo sentido, otra forma de contribuir a la comunidad es por medio de las tnuot[2], encargadas de transmitir conocimientos y valores a niños de menor edad que nosotros y aprendiendo a ser líderes. Los jóvenes que contribuimos de diversas maneras, muchas veces lo hacemos porque nos gusta el sentimiento de pertenencia a un movimiento juvenil, así como poder sentirnos útiles a la comunidad participando en los comités que están a nuestro alcance: considero que este es un valor muy importante a seguir fomentando dentro del ámbito comunitario.

Estas organizaciones, aparte de fomentar valores como el liderazgo, el sentido de pertenencia y el ideal de ayudar al prójimo, nos incitan a responsabilizarnos, una de las mejores cualidades que un joven o cualquier persona debe de tener para lograr sus metas. De igual forma, es también muy relevante el sentido de pertenencia generado por los bailes, ya que son grupos donde suele haber mucha convivencia, correspondencia, solidaridad y empatía entre los miembros. Sin embargo, también hay mucha competencia, ya que estar en ellos implica participar en el Festival Aviv que en sí es un concurso donde hay ganadores.

Por otro lado, hay ciertos “contrapuntos” a lo anterior, ciertas características que no considero “correctas” en la juventud judía de México y que, de ser posible, me gustaría contribuir a cambiar. Por ejemplo, los comportamientos prepotentes de muchos jóvenes, ya sea entre ellos o con las autoridades, las actitudes que no le dan importancia a “lo que sí merece” y se la dan a lo que no, tal como en el caso de la escuela, el no conservar las buenas amistades y mantener aquellas “perjudiciales” o “tóxicas-traicioneras”. Un ejemplo es estar con alguien por conveniencia o en grupos de amigos hablar mal de otro con los demás a sus espaldas, entre otras razones.

Una de las posibles causas de dichas situaciones puede deberse a que hay mucha crítica interna entre los adolescentes dentro de la comunidad. Estas críticas no son solo a nivel de pares sino que también hacia nosotros mismos, física, moral y actitudinalmente. Solemos compararnos con nuestros compañeros para ver quien es superior y también con nuestros hermanos para obtener el reconocimiento de nuestros padres. Generalmente creamos competencia con los demás, una competencia que en realidad es contra nosotros mismos a causa de la gran autocrítica que en la mayoría de los casos está presente.

Por otra parte, muchos tienen poca tolerancia a la frustración. Podríamos decir que hay muchos berrinches y los jóvenes se quejan por cualquier cosa que consideran “ofensa” o “humillación” por parte de los adultos u otros compañeros sin siquiera conocer el significado real de dichas palabras: es una generación muy mimada y consentida con bajos niveles de autoexigencia. Ante cualquier trabajo o mínimo esfuerzo, hay quejas, tampoco suelen priorizar en lo educativo. Considero que lo anterior es consecuencia de la sobreprotección en casa.

II. Lazos con México e Israel.

Hablando de la identidad judeo-mexicana, una parte importante de ella son nuestros lazos con Israel. Como miembros de la diáspora debemos apoyar a este país y transmitir estos conocimientos a las generaciones más chicas, para que crezcan con estas ideas ya que Israel depende mucho de la diáspora.

El periódico Israel Haiom publicó en 2016 una encuesta a jóvenes israelíes de edades entre 16 y 17 años sobre su opinión acerca del país, por lo que también hice una parecida a jóvenes de tnuá para comparar los resultados de miembros de la diáspora en México con los que viven en Israel. Observando los resultados, el 89% de los jóvenes israelíes dijeron que sí ven su futuro viviendo en Israel, mientras que el 85% afirmó que ama a Israel. En la diáspora el 91% de los participantes en la encuesta opinaron que sí se irían de hajshara mientras que sólo 16% haría aliá[3], lo que significa que una gran parte de los jóvenes en la diáspora le tienen cariño a Israel, pero pocos harían el compromiso de cambiar toda su vida para vivir allá.

Cuando en el periódico mencionado se planteó la pregunta ¿qué es lo mejor que existe en Israel?, un 63% de los jóvenes israelíes respondieron que es la sensación de ser una gran familia y sólo 10% opinaron que lo mejor es el ser un país judío. Las respuestas de la diáspora fueron un poco diferentes, ya que el 50% contestaron que lo mejor que existe en Israel es el ser un país judío y a sólo 25% dijeron que es la sensación de ser una gran familia, resultados que muestran que los jóvenes en Israel dan por hecho el dato de que Israel sea un país judío, mientras que en la diáspora esto es algo que generalmente es muy apreciado, tomando en cuenta que Israel es el único país judío del mundo.

A los jóvenes de la diáspora en México les di la opción de poner algún comentario acerca de lo que piensan de Israel, para ejemplificar los lazos que tenemos con este país, algunos de los cuales son: “se me hace increíble y muy interesante que una minoría como la comunidad judía tenga su propio país para poder sentirse segura”; “am Israel Jai”; “increíble país, con gran cultura y sentimiento de pertenencia, así como familiar. Con mucha innovación tecnológica, que ha ayudado a mejorar el país y al mundo entero”; y “un lugar increíble. Lleno de oportunidades”.

Como vemos, la comunidad judeo-mexicana es fundamental como parte de la diáspora, ya que la mayoría de la generación joven piensa de Israel como un país fuerte y con muchas oportunidades, sin dejar de lado el hecho de ser el único país judío del mundo. Por esto hay organizaciones como KKL (Keren Kayemet Leisrael) y Keren Hayesod que ayudan al desarrollo del país, mismas que ayudan a que los jóvenes mantengan su cariño a Israel y establezcan vínculos con él desde chicos. Por ejemplo, en las escuelas se enseña el hatikva[4], se festeja su independencia y se alza su bandera, por lo que nuestros lazos con Israel son muy importantes para la comunidad y no solo nos inculcan estos valores desde la escuela de manera formal, sino que también en la casa y en la tnuá, que se transmite a través de la educación no formal. De esta forma, enseñando a los niños y jóvenes acerca de Israel lo apoyamos incondicionalmente como país desarrollado que garantiza nuestra seguridad ante cualquier eventualidad.

III. Cambios, permanencias y propuestas.

Basándome en lo mencionado, hay ciertas problemáticas presentes en la comunidad judía mexicana que me gustaría cambiar, entre las que está la prepotencia y la forma de tratar a las demás personas, en especial con los adultos o personas de un nivel socioeconómico bajo. Y la solución ante cualquier cosa que nos desagrada suelen ser los berrinches y las quejas, cuando deberíamos fomentar más la tolerancia y el respeto en general pero sobretodo ante la autoridad.

Otra característica que veo presente y debería cambiar es la poca importancia que se le da a cosas relevantes (cuestiones educativas, familiares, religiosas o espirituales) y lo contrario con elementos irrelevantes (materialismo, fiestas y al aspecto físico entre otras cosas), por lo que propongo que en los sistemas educativos, (casa, escuela, tnuá, centros religiosos y comunitarios, etc), se transmita el valor de ordenar las prioridades y administrar nuestro tiempo. Asimismo sería productivo mejorar nuestro sistema educativo además de establecer una mejor comunicación entre la escuela y los alumnos.

Por otra parte, es necesario cuidar las relaciones entre los adolescentes de la comunidad, en donde las amistades estén basadas en valores como el compañerismo, la camaradería, la lealtad, la confianza, la tolerancia, la comunicación, etc.

Hablando de las características que atribuyen a los jóvenes de la comunidad judeo-mexicana, veo ciertos valores y actitudes que creo valiosas y me gustaría que permanezcan, tales como la gran importancia que le damos a la familia y los lazos que establecemos con Israel como parte de la diáspora. Admiro las grandes y pequeñas formas de contribuir con nuestra comunidad, mismas que tienen la capacidad de crear un sentido de pertenencia, tal como las organizaciones de ayuda y servicio social, así como las tnuot, que son movimientos que no sólo transmiten aprendizajes y valores mediante actividades lúdicas, sino que crean jóvenes líderes hacia la futura conducción de nuestra comunidad.


REFERENCIAS:

[1] La hajshara es ir a vivir por un año a Israel, generalmente se hace acabando la preparatoria y hay diversos planes de opciones para cada persona. Suele ser un año de conocimiento y crecimiento personal.

[2] Las tnuot son movimientos deportivos juveniles, judíos y sionistas de educación no formal a niños y jóvenes de la comunidad judía.

[3] La Aliá viene de verbo laalot que significa subir, se refiere a dejar la vida en la diáspora e irse a vivir a Israel.

[4]Hatikva significa esperanza y es el himno de Israel.

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