Como parte del ciclo de conferencias magistrales que ofrece la Universidad Hebraica para presentar su nuevo programa de posgrado, La Maestría en Dirección y Liderazgo de Instituciones Educativas Innovadoras; la Dra. Mónica García de Luca dirigió la charla “Innovación o liderazgo: ¿qué es primero?” el pasado jueves 19 de enero en las instalaciones de la institución. Mónica García de Luca es Doctora en Dirección de Instituciones de Educación Superior por la Universidad Anáhuac y cuenta con más de 25 años de experiencia impartiendo clases en diversos niveles educativos, capacitando y ofreciendo cursos de formación tanto a docentes y directivos como a padres de familia.
Según afirmó la Dra. García, es importante reflexionar en torno a la relación que existe entre la innovación y el liderazgo, pues implementarlos no siempre repercute en un mejor desempeño académico. Los procesos educativos están inmersos dentro de un contexto internacional tanto teórico como práctico que afecta, de manera directa o no, el desarrollo del aprendizaje en el aula. A menudo, los líderes enfrentan desafíos que van más allá de sus capacidades individuales, por lo que es necesario tomar decisiones en conjunto. Esta aseveración es fundamental si consideramos que el liderazgo suele entenderse a nivel individual.
En una institución innovadora, el aprendizaje debe ser el punto focal de la toma de decisiones. Ante la innovación, es preciso analizar las capacidades con que se cuenta para prevenir los efectos de los cambios y la capacidad de control que se tiene sobre ellos. Si hay que controlar demasiado el futuro, quiere decir que hay poca confianza sobre las modificaciones que se implementan. Eso no es innovación. La lógica emprendedora se basa en que si nosotros creamos nuestro propio futuro no necesitamos predecirlo para controlarlo. Es verdad que podemos tener comportamientos individuales, pero lo importante es desarrollar la cultura organizativa y la inteligencia colectiva. Según afirmó la Dra. García Luca, “el mexicano no está acostumbrando a trabajar colectivamente” lo cual resulta peligroso, pues a menudo ciertas decisiones tomadas en función de liderazgo o innovación no cuentan con posibilidades reales de éxito.
La innovación se obtiene redefiniendo problemas que no se habían contemplado antes, así como considerando las ventajas de la aplicación de una idea factible que no se oponga a los métodos educativos generales y a la manera probada de lograr el aprendizaje. Es importante aceptar que la creatividad es una actitud y una facultad que todos podemos desarrollar. Por eso, innovar exige apoyar la experimentación, tomar el riesgo de nuevas iniciativas sin anclarse en el pasado y que los directivos apoyen a los maestros. Para innovar, el maestro debe estar inmerso en el uso de las herramientas tecnológicas. Por eso se requieren nuevas pedagogías: el desarrollo de un aprendizaje colaborativo, fomentar el aprendizaje ubicuo y una nueva alfabetización. La tecnología debe ser usada para los procesos educativos, pero eso no significa que sea capaz de suplir la dirección del maestro. Como el aprendizaje debe estar en el centro del proceso, lo que se busca es generar pensamiento crítico y luchar contra la inmediatez. Con ello se busca conducir al alumno a la felicidad, que es en última instancia, el síntoma de una educación efectiva.
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