Como parte del programa de actividades presentado por la primera Feria Internacional del Libro Judío, tuvo lugar la presentación “Mi cuerpo de por medio” en el Centro Cultural Bella época del Fondo de Cultura Económica, el pasado martes 15 de agosto. El espectáculo se distinguió por la convergencia de distintas artes que generaron en los espectadores un ambiente donde se abandonaron los discursos en nombre de la metáfora y los argumentos en el de las sensaciones.
“Mi cuerpo de por medio” combina el performance de la Compañía Nacional de Danza, la poesía en la bella y sentida voz de David Attie Askenazi, miembro de nuestro Comité Ejecutivo, y la maravillosa voz de la soprano Cecilia Eguiarte, que juntos cautivaron todos los sentidos descendiendo a las emociones más profundas que mueven nuestra empatía: la tristeza, el dolor, el odio, la melancolía, el enojo, el amor, la sensualidad, el miedo, la esperanza y la fe. Attie declamó dos poemas dedicados al cuerpo.
Las luces se apagan y los espectadores miran su figura que sólo se destaca con la luz que desciende sobre él mientras se encarga de contextualizar el drama. El primero de los poemas recuerda los horrores del Holocausto, una celda, la esperanza que se va y se refleja en el sufrimiento material de los músculos, los huesos y la piel. La sensualidad se desborda cuando en la pantalla aparecen los cuerpos dolientes e irónicos de hombres y mujeres que se entrelazan, se ahogan en el sufrimiento, bailan. Sólo los distinguen sus pantalones a rayas y la expresión desconsolada de su rostro. A medida que se desenvuelve el discurso, la voz de la soprano atraviesa a los espectadores y corona las sensaciones que fijan en el auditorio un momento en la historia del mundo, un momento que todavía le duele al tiempo, un momento que los autores rescatan de la represión y reviven de la forma más humana posible: mediante el arte. El público estalla en aplausos y, luego, el silencio.
Una vez más, Attie se presenta en el escenario. Un segundo poema sale de sus labios y se representa de manera transgresora, sorprendiendo al auditorio, Mal digo cuerpo. El cuerpo senil contrasta con el cuerpo joven y esbelto de una mujer desnuda de torso y piernas cuya identidad nunca se revela, pues su rostro se oculta para no borrar las líneas que dibujan su figura que se opone a la de un anciano que, al igual que ella, jamás nos mira a los ojos. Se para frente a nosotros y exhibe la decadencia de una carne tatuada sólo por las líneas que el paso de los años le ha marcado. Las voces del orador y la soprano guían los sentidos de los que ven y escuchan describiendo los contrastes con versos que atrapan todo aquello que escapa a la metonimia. Vemos el cosmos dibujado en una espalda y el sol en un ombligo; el cuerpo tiene colinas, cuevas y estrellas, y nos reflejamos en la condición vital de esos dos seres que nos recuerdan la juventud y la inevitable decadencia de la materia que albergan nuestras almas, cuya perfección es innegable por el sólo hecho de ser natural.
Los aplausos encienden las luces y los artistas agradecen al público todavía estupefacto por el espectáculo. Los poemas tomados de la obra Rincones de metal se materializan gracias a la genialidad del poeta, coreógrafo y director de escena David Attie. El espectáculo demuestra la alineación de los valores y la cultura judía dentro del esquema de la historia y el arte occidentales. El contenido onírico de su mensaje recuerda a Borges, de quien Attie es ávido lector, y confunde la narrativa occidental con los espacios del mundo judío. “Mi cuerpo de por medio” trasgrede los sentidos y las ideas preconcebidas, pues es espacio de unión donde lo judío se revela ante el mundo como inevitablemente humano, y en este sentido, anula todas las diferencias políticas y sociales que generan conflicto. El arte es pausa en el mundo: si algo nos distingue, es ese cuerpo que tenemos de por medio.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.