Debido a su nombre, podría parecer que el fin último de la Psicología Positiva es que seamos felices todo el tiempo. Tal vez te sorprenda saber que por el contrario, esta ciencia reconoce y acepta la amplia gama de emociones naturales del ser humano, tanto positivas como negativas.
Mientras la Psicología convencional se basa primordialmente en el modelo de la enfermedad, los padecimientos, la solución y eliminación de problemas y síntomas, la Psicología Positiva se enfoca en estimular el bienestar y la potencialidad humana, atributos que no son tan estudiados en las disciplinas más tradicionales.
De la misma forma que asistimos con especialistas para tratar la depresión, la ansiedad, la ira, etcétera; también sería ideal recurrir a expertos en el bienestar humano que nos aporten las herramientas necesarias para identificar, mantener y potenciar todo aquello que nos genera sensación de bienestar en nuestras vidas. Es decir lo que sí funciona y marcha bien en nosotros mismos, nuestras relaciones u organizaciones.
La meta de la Psicología Positiva es llevarnos al crecimiento personal al enfocarnos en las emociones positivas sin ignorar lo que esta mal, lo que no funciona en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en nuestro entorno u otras áreas.
Te has preguntado ¿hasta qué punto tenemos la capacidad y la libertad de moldear nuestras vidas de la manera que queremos? El cambio es posible. Diversas investigaciones demuestran cómo nuestros niveles de felicidad y bienestar sí pueden modificarse considerablemente, a través de pequeños cambios que implementamos.
Así como dentro de nuestros propósitos de año nuevo puede estar el comer mejor o hacer más ejercicio, entre otras actividades para mejorar nuestra vida ¿por qué no considerar lograr un bienestar más integral, no sólo físico, sino también a nivel emocional?
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