Por: Dr. Daniel Fainstein, Decano de Estudios Judaicos de la UH
Purim es la más extraña de nuestras fiestas. Su nombre – que no es judío – se refiere a un juego de lotería usado por los enemigos de los judíos. Es la única fiesta que tiene como parte central la lectura de una Meguila, un rollo. La lectura se efectúa en forma extraña también, pues permite y requiere, realizar ruidos y desorden en puntos determinados, aún cuando en su transcurso no debe perderse una sola palabra.
El rollo de Esther es una obra exótica con extraños personajes judíos. La heroína tiene dos nombres, Esther mencionado con más frecuencia, es probablemente no hebreo. Un sabio talmudista dice que “las naciones gentiles la llamaban Ist’har”. El nombre judío era Hadasa. También Mordejai, según los modernos, no es un nombre de origen hebreo. Los sabios muestran indecisión al opinar que hubo otro, obviamente hebraico, Petajia.
Hay más elementos extraños en el rollo. Vemos una comunidad judía asimilada. Esther por participar en un concurso de belleza, se casa con un rey gentil, sin mencionarle su condición de judía.
Es una vida mundana la que hacen esos judíos. Ya no tienen el ideal de “la tierra de leche y miel”, la idea pastoral de Israel. Eretz Israel jamás es mencionada, hay sólo una breve referencia al exilio “de Jerusalén”. Un mundo gentil es el que encontramos en el rollo, pues hasta su vocabulario abunda en palabras persas. Y en este mundo gentil se menciona gran cantidad de bebidas y fiestas lujuriosas. Así como se omite el país de Israel, falta la comunidad del Pacto de Israel y también D-s está ausente del rollo de Esther, en forma explícita. Su nombre propio no se lo encuentra, tampoco el de Elokim.
Purim representa las contradicciones y dificultades del Galut, el exilio: el antisemitismo, el odio, los prejuicios, las tentaciones de un mundo en desorden, existencial, histórico y metafísico.
Es la única festividad tradicional que el Judaísmo ha estructurado para confrontar a la compleja realidad del exilio.
Las tres fiestas de peregrinaje aluden a la historia y la naturaleza, y tampoco hablan de exilio las Altas Fiestas de Rosh Hashana y Yom Kipur. La liturgia de esas cinco festividades hace referencia al exilio, pero no lo tratan a fondo. Tisha beAv refiere la destrucción de los Templos. Tampoco Januka, se refiere al exilio, sino al milagro de la restauración del Templo en Eretz Israel. El Judaísmo debe encarar existencialmente la condición diaspórica para permitirnos sobrellevarla.
Purim aborda por medio del juego y sus extraños rituales aspectos dolorosos y complejos de la vida judía: el anhelo de la redención en un mundo irredento; el ser minoría en un mundo a veces amenazante, azaroso y cruel; un mundo a veces abierto a memoras opciones que nos confunden; el encontrar sentido en medio del absurdo; el vislumbrar el plan divino en medio de las crisis de la existencia, tanto personales como nacionales.
Ester viene de la raíz hebrea ocultar: lo manifiesto es lo oculto; lo oculto juega su papel en lo manifiesto.
¿El D-s ausente nos interpela por medio de la historia?
A pesar de que Purim es considerado uno de los días más alegres del calendario judío, los judíos tienen la obligación de ayunar y orar en la víspera, en recuerdo de los judíos persas que ayunaron y oraron a D-s para que les salvara del inminente conflicto que los llevaría a su aniquilación y exterminio por parte de Hamán y sus seguidores en el Imperio Persa.
Dos elementos básicos son los que determinan la estructura de la festividad de Purim, desorden y diversión, íntimamente relacionados; la respuesta al desorden, que es la vida en exilio, es la diversión en comunidad. Es asumir un día al año el caos de la existencia, para poder seguir viviendo con normas y valores trascendentes el resto del año.
Existe una tradición de que a la llegada del Mesías, todas las fiestas serán abolidas, pero los “días de Purim” quedarán vigentes.
En los días del Mesías, Israel hablará acerca de lo sucedido antes de la llegada de la paz, de lo acaecido en el exilio, del desorden en la existencia judía. Porque para conocer el nuevo orden en la historia, el establecido por el Mesías, se debe estar enterado del desorden de los días anteriores, del desorden del exilio, del mundo confundido.
Por eso Purim no morirá, la celebración del desorden no será anulada. Sólo a través del desorden podemos conocer el valor del orden y su sentido.
(Basado en el texto “Purim la celebración del desorden” de Monford Harris del Spertus College, Chicago).
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