Por: Mtro. Mauricio Friedman, Director del Departamento de Educación Judía,
La Universidad Hebraica, con el apoyo del Claims Conference, la Organización Sionista Mundial y Amigos de la Universidad Hebraica, así como con la colaboración de otros socios estratégicos como el Centro de Estudios Multisensoriales y el Museo de Memoria y Tolerancia, llevaron a cabo un viaje educativo por los sitios históricos donde se perpetuó el genocidio del pueblo judío, dentro del marco de la Segunda Guerra Mundial.
Este proyecto educativo, dirigido a 25 educadores y directivos provenientes de instituciones educativas privadas y de gobierno, comenzó semanas atrás con doce clases virtuales que tenían el objetivo de profundizar en el tema de la Shoa (Holocausto) para brindarles a los participantes el conocimiento y el contexto necesario que les permitiera darle sentido al viaje.
Durante dos semanas, éste grupo de destacados educadores del sector público y privado, recorrió Berlín y las principales ciudades de Polonia, visitó museos, lugares donde hubo vida y cultura judía, destruidas sinagogas, ghettos, campos de concentración y exterminio.
Acompañados de un historiador y guía local, así como de un equipo de académicos de la Universidad Hebraica, los docentes y directores educativos recibieron orientación e instrucción en todo momento. Desde el contexto histórico, los datos duros y no menos importante, testimonios escritos de sobrevivientes, relatos, poesía, así como reflexiones filosóficas y éticas.
Durante el recorrido en Europa y en especial en la última parte del viaje, en Jerusalén y Tel Aviv, los participantes conocieron y fueron expuestos a la cultura judía y a la sociedad israelí.
No puede haber una buena educación sobre la Shoa sin conocer y comprender quiénes son los judíos, su historia, su cultura, su Estado, sus estructuras sociales, tradiciones, rituales, etc.
Enseñar sobre la Shoa, sin enseñar nada sobre el pueblo judío, que fue al que se quiso exterminar en este genocidio, corre el gran riesgo de objetizar a las víctimas y hacer del Holocausto un mero relato precautorio, una simple advertencia o moraleja que utiliza esta tragedia histórica solo como estudio de caso para evitar futuros exterminios.
Cabe destacar que el sujeto -y objetivo final- de todo proceso educativo es el aprendiz y su formación y crecimiento.
Esta nota no estaría completa sin mencionar el extraordinario grupo de educadores que participó en este proyecto educativo: idealistas, incansables trabajadores entregados a su vocación, apasionados, deseosos de aprender, de ser agentes de cambio, preocupados y ocupados de transformar sus espacios sociales, de mejorar a nuestro México y al mundo en general.
Después de todo lo aprendido y en el tiempo presente encontramos justamente el mayor reto.
Estar parado en Auschwitz Birkenau o Majdanek (ambos campos de exterminio) sacude a cualquier ser humano hasta las profundidades de su ser, ver de primera mano lo que la maldad desquiciada y el odio desbordado es capaz de lograr sensibiliza y al mismo tiempo, aterra.
Esta nueva consciencia, estos aprendizajes, deben de ser aprovechados para crear una sociedad democrática, donde la deshumanización, la discriminación, la violencia y el discurso de odio no tengan cabida. Donde el respeto y el cuidado de la dignidad humana y el derecho del otro a ser diferente y a vivir una vida digna y segura dentro de cualquier sociedad sean compromisos y obligaciones inquebrantables.
Hay mucho por hacer y estos maravillosos educadores tienen lo que se necesita para lograrlo de manera exitosa.
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